A medida que envejecemos, en nuestro cuerpo se producen cambios tanto a nivel cognitivo como fisiológico, asociados al proceso natural del envejecimiento y que se producen a un ritmo muy variable según la persona. No obstante, bajo la denominación de síndromes geriátricos se incluyen toda una serie de trastornos multifactoriales que no encajen en una sola categoría diagnóstica. O, dicho de otro modo, son aquellos cuadros clínicos de diversa etiología resultantes de la conjunción de enfermedades de alta prevalencia entre las personas mayores.
Estos síndromes geriátricos frecuentemente derivan en una incapacidad funcional o social, que se ve reflejada en un menoscabo de la autonomía personal y calidad de vida de las personas afectadas. Se ven favorecidos por una serie de factores como la edad avanzada, el deterioro funcional y cognitivo o las dificultades de movilidad, que predisponen a la vulnerabilidad y pueden ser factores desencadenantes de su aparición.
En muchas ocasiones, es posible abordar la potencial aparición de estos síndromes a través de medidas de prevención. El principal problema para ello es que con frecuencia no se diagnostican adecuadamente, a lo que hay que añadir la dificultad de que, en la mayoría de ocasiones, su tratamiento requiere un abordaje multidisciplinar para poder dar respuesta a una gran variedad de aspectos.
Muchos de los síndromes geriátricos están asociados a los trastornos de la movilidad. Por ejemplo, el riesgo de caídas aumenta con la edad, y con ello la probabilidad de fracturas y traumatismos craneoencefálicos, así como el temor a sufrir nuevas caídas. El deterioro funcional propiciado por la concurrencia de múltiples enfermedades, o la sarcopenia, caracterizada por una pérdida progresiva y generalizada de la masa y fuerza del músculo esquelético, son otros síndromes que se asocian a un mayor riesgo de mortalidad, morbilidad e institucionalización de las personas afectadas.
Si bien existen muchos otros síndromes que pueden afectar a la salud y la calidad de vida de las personas mayores de forma muy significativa, entre los cuales podemos mencionar el deterioro cognitivo, la depresión, la incontinencia urinaria y/o fecal, el estreñimiento o las úlceras por presión, queremos centrarnos en una serie de cambios fisiológicos que se ven asociados al riesgo de malnutrición, y en los que la salud bucodental preventiva puede desempeñar un papel crucial.
Según datos de la Sociedad Española de Nutrición Clínica y Metabolismo (SENPE), más del 5% de la población española padece malnutrición, asociada tanto a la obesidad como a la desnutrición. Se trata de un fenómeno con una mayor prevalencia entre las personas de edad avanzada, principalmente debido a cambios fisiológicos en la boca, el aparato digestivo y el sistema nervioso.
Uno de los aspectos que puede propiciar de forma significativa la malnutrición de los mayores es el edentulismo o pérdida de dientes, que puede deberse a múltiples factores y suponer una gran dificultad para morder o masticar la comida. Esto puede tener un impacto directo en la dieta y en el estado nutricional de la persona debido a la necesidad de incorporar alimentos triturados en forma de purés, salsas o batidos, que pueden propiciar alteraciones tanto a nivel bucodental como digestivo.
Podemos mencionar entre estos factores la recesión gingival o retracción gradual de las encías asociada a la edad, la candidiasis oral consistente en una infección fúngica propiciada por la alteración en las barreras físicas o las defensas del paciente, o la estomatitis protésica o inflamación crónica de la mucosa oral en contacto con las prótesis removibles.
También cabe mencionar la xerostomía o sequedad bucal, una disminución en la producción de saliva debida a alteraciones en el funcionamiento de las glándulas salivales. Su presencia prolongada puede favorecer la aparición de trastornos como la disfagia o dificultad para tragar, un trastorno que supone la principal causa de desnutrición geriátrica en España, impidiendo el aporte suficiente de nutrientes y agua, y con el riesgo añadido de que los alimentos y las secreciones digestivas puedan alcanzar las vías respiratorias e incluso los pulmones.
Existen abundantes evidencias que indican que la salud oral y la nutrición mantienen una relación multifacética. Y a tenor de la importancia de una adecuada alimentación para preservar la salud general de las personas mayores, desde Dental Residency recomendamos una nutrición adecuada, unos buenos hábitos de higiene y un seguimiento del estado de la salud bucodental de los mayores, como elementos clave para prevenir la aparición de varios de los síndromes geriátricos que puedan afectar a su bienestar y calidad de vida.