La Diabetes Mellitus es una enfermedad crónica, que constituye un importante problema de salud pública debido a su elevada prevalencia. Se calcula que actualmente afecta al 8,5% de la población adulta mundial, y según datos oficiales de la World Health Organization (WHO), ha crecido de los 108 millones de casos en 1980, hasta alcanzar los 422 millones en 2014.
Si bien la diabetes tipo 1 es genética, en la diabetes de tipo 2 influyen el estilo de vida y el paso del tiempo, por lo que las personas de edad avanzada tienen más riesgo de padecerla. Las complicaciones derivadas de la diabetes pueden conllevar múltiples afecciones, como ataques cardíacos, disfunción renal, amputación de extremidades, ceguera y problemas neurológicos y daños en los nervios periféricos.
Además, en más del 90% de los pacientes diabéticos se producen manifestaciones orales. La evidencia científica indica que la diabetes daña severamente los tejidos orales causando trastornos como enfermedad periodontal, pérdida de dientes, xerostomía, caries, síndrome de la boca ardiente, disfunción de las glándulas salivales, retraso en la curación y cicatrización de las heridas, liquen plano, lengua geográfica y candidiasis oral.
También cabe señalar que la relación entre la periodontitis y la diabetes es bidireccional, es decir, tratando la periodontitis estamos causando directamente una mejora en la glucemia de la persona diabética, y por tanto en los síntomas derivados de esta enfermedad.
Desafortunadamente, la mayoría de las personas diabéticas desconocen el impacto que tiene esta enfermedad en su salud oral, y sólo un pequeño porcentaje visita periódicamente al dentista para hacer revisiones, sobre todo si se trata de personas mayores que viven en residencias y tienen movilidad reducida.
Uno de los aspectos fundamentales que debemos tener presente es el retraso en la curación de las lesiones orales y la cicatrización que sufren las personas con diabetes debido, entre otros factores, a una reducida respuesta celular y angiogénesis, incorrecta producción de factores de crecimiento e insuficiente riego sanguíneo.
Muchos de estos factores se encuentran alterados en los pacientes con diabetes no controlada, y a su vez afectan a procedimientos odontológicos que requieren cicatrización o curación. Sin embargo, los pacientes que la tienen controlada gracias a la medicación hipoglucémica no suelen presentar un mayor riesgo de retraso en la cicatrización tras una extracción dental.
Por este motivo, el manejo dental de pacientes con diabetes requiere especial atención en el plan de tratamiento y en cómo llevarlo a cabo, en especial el postratamiento cuando se ha realizado alguna cirugía, ya que los pacientes con diabetes suelen tener complicaciones en la curación de las heridas orales, pudiendo llegar éstas a ulcerarse o incluso provocar infecciones sistémicas.
Debemos considerar también que la diabetes está asociada a una deficiente regeneración ósea, que aumenta el riesgo de fractura y la osteoporosis, por lo que en la atención de estos pacientes es fundamental cooperar proactivamente con su médico de referencia a fin de asegurar tratamientos periodontales e implantológicos a largo plazo.
En relación a los tratamientos, es interesante mencionar un estudio llevado a cabo en la Facultad de Medicina de Bajna Luka (Bosnia) que demostró que el ácido hialurónico al 0,8%, aplicado en el alvéolo después de la extracción, mejoraba la curación de la herida en los pacientes con diabetes no controlada, especialmente en los primeros días tras el procedimiento.
En la atención de estos pacientes, consideramos recomendable la profilaxis antibiótica antes de procedimientos dentales invasivos en pacientes con diabetes tipo 1, y vigilar que la glucemia no sea mayor de 170mg/dl para minimizar el riesgo de sufrir complicaciones.
Pero no podemos olvidarnos de que la prevención es lo más importante. Cambios en el estilo de vida como el control de glucosa en sangre y las prácticas de autocuidado, y visitar regularmente al dentista para revisiones periódicas con énfasis en el tratamiento periodontal, pueden prevenir efectivamente las complicaciones orales derivadas de la diabetes.
En este sentido es importante también considerar el refuerzo de las instrucciones de cuidado e higiene oral, o la profilaxis con ultrasonidos y los curetajes, que han demostrado su efectividad mejorando los controles glucémicos entre personas diabéticas.
Como conclusión general, es importante que nuestros mayores con diabetes se sometan a un examen regular por parte de un odontólogo, y que sería óptimo que este profesional forme parte de un equipo multidisciplinar que ayude a las personas que sufren diabetes a mejorar tanto su salud general como su salud bucodental.