El envejecimiento de la población es uno de los grandes retos que afrontamos como sociedad. El incremento de la esperanza de vida en nuestro país conlleva una creciente demanda de servicios de atención social y sanitaria, que puedan dar respuesta a las necesidades de las personas mayores a fin de poder garantizar su salud y calidad de vida, y muy especialmente entre las personas que viven en residencias.
En el año 2011, el Instituto Nacional de Estadística señalaba que más de 270.000 personas vivían en residencias de personas mayores en España, un 68,6% de las cuales eran mujeres. Una población que había crecido un 90,3% en tan solo una década hasta alcanzar las 444.000 personas.
Si bien no existe una estadística fiable sobre población institucionalizada en residencias de mayores, un estudio elaborado por la plataforma Envejecimiento en Red estimaba que en 2019 vivían por término medio en residencias de mayores 322.180 personas de 65 y más años, lo que suponía una ocupación del 86% sobre las 372.985 plazas disponibles a nivel nacional. Y si se incluían a las de menos de 65 que también vivían en residencias la cifra se elevaba hasta las 333.920 personas, lo que nos permite hacernos una idea del enorme crecimiento de este colectivo.
Diversas investigaciones han apuntado a que más del 90% de esta población presenta grados de complejidad y dependencia elevados, tanto dependencia severa (grado II) como gran dependencia (grado III). Y, asimismo, indican que a nivel general estas personas sufren más enfermedades tanto de índole orgánica, como la diabetes, la insuficiencia cardíaca o la insuficiencia renal crónica, como mentales, entre las que son habituales la depresión o las psicosis atípicas.
La demencia o deterioro cognitivo merece una especial atención. Las estimaciones indican que el porcentaje de pacientes institucionalizados que sufren algún tipo de demencia es 10 veces superior al de las personas mayores no institucionalizadas, por lo que es una de las enfermedades con mayor prevalencia en el ámbito residencial geriátrico, seguida de otras enfermedades habituales como la depresión o los cuadros crónicos complejos.
El paulatino envejecimiento de la población conllevará un mayor número de pluripatologías y un aumento de la cronicidad. Las proyecciones demográficas apuntan a que en 2050 en torno al 35% de la población será mayor de 65 años, por lo que si consideramos que en la actualidad entre el 70 y el 80% del presupuesto anual sanitario se destina a la atención de las personas mayores, nos encontramos sin ninguna duda frente a un fenomenal reto asistencial.
Desde Dental Residency hemos alertado de forma recurrente sobre la relación entre una mala salud bucodental y el desarrollo de múltiples patologías, como pueden ser el cáncer oral, la hipertensión, los trastornos cardiovasculares, las enfermedades renales, o incluso la enfermedad de Alzheimer. La salud bucodental es por tanto un aspecto fundamental que tener en cuenta a la hora de planificar un modelo sanitario que dé respuesta a las acuciantes necesidades asistenciales de las personas que viven en residencias.
No obstante, la odontología adaptada a colectivos de especial sensibilidad presenta en nuestro país una alarmante y endémica escasez de soluciones y recursos. Las administraciones han obviado históricamente los servicios odontológicos en la planificación del modelo sanitario, y cabe preguntarse el porqué de esta escasa atención, si atendemos a la enorme incidencia que los trastornos bucodentales pueden tener sobre la salud general de las personas mayores.
Si bien es cierto es que la limitación de recursos por parte de las administraciones es un importante obstáculo para poder cubrir todas las necesidades asistenciales de una población mayor cada vez más amplia y con una esperanza de vida en crecimiento, desde Dental Residency reivindicamos que las iniciativas privadas tenemos mucho que decir y aportar.
Tenemos mucho que aportar a través de la experiencia y sensibilidad de profesionales especialmente formados para poder tratar a personas dependientes, ya sean demencias o cualquier otra condición especial. Condiciones que provocan que, a menudo, profesionales menos capacitados les deriven hacia otras especialidades médicas, u opten por tratamientos de último recurso como las extracciones, cuando existen alternativas que permiten la conservación de la propia dentadura.
Impulsamos la innovación, dando respuesta a problemas como las limitaciones de movilidad en los casos de dependencia, mediante la prestación de asistencia en los propios centros residenciales. Algo que resulta perfectamente viable, como demuestran los cerca de 50.000 pacientes atendidos en más de 700 residencias y centros de día con los que colaboramos.
Y aportamos a través del compromiso de trabajar motivados por una voluntad genuina de mejorar la calidad de vida de nuestros mayores. Hemos realizado miles de revisiones bucodentales gratuitas y sin compromiso, y miles de tratamientos adaptados a las posibilidades económicas de personas con escasos recursos. Porque creemos que la salud no puede ser una cuestión que se rija exclusivamente por criterios de negocio.
Debemos por tanto poner en valor alternativas que iniciativas como la que ofrecemos en Dental Residency podemos aportar, con el objetivo de llegar allá donde los servicios públicos no pueden. La salud y el futuro de nuestros mayores dependen de ello.