Uno de los aspectos clave que influye en nuestra salud es disfrutar de un descanso de calidad, principalmente a través de las suficientes horas de sueño. El sueño es el momento en que nuestro cuerpo lleva a cabo determinadas funciones regenerativas, que permiten el adecuado mantenimiento de diferentes sistemas y del organismo en general.
Entre estas funciones, podemos mencionar la relajación de la musculatura o el fortalecimiento del sistema inmunitario, aspectos que inciden de forma directa sobre el nivel de salud general de las personas. Pero, ¿qué sucede cuando no descansamos de forma adecuada? ¿Qué factores pueden afectar de forma negativa a nuestro sueño? ¿Y cómo se relaciona el descanso con nuestra salud bucodental?
Algunas de las consecuencias inmediatas de la falta de sueño en nuestra vida cotidiana son la somnolencia diurna, el incremento de los niveles de estrés y las alteraciones en el estado de ánimo, que pueden llegar a ser factores con una enorme incidencia sobre la calidad de vida de las personas que sufren esta carencia de forma habitual.
Existen diversos trastornos y factores externos que pueden provocar un descanso inadecuado. Uno de estos trastornos es el bruxismo que, si bien no es exclusivo de los periodos de sueño, suele aparecer de forma habitual durante las horas de descanso nocturno.
Se trata de un trastorno clasificado entre las parasomnias, es decir, conductas que realizamos durante el sueño, sin que se produzcan interrupciones significativas ni alteraciones del nivel de vigilia diurno. Los síntomas del bruxismo son el apretar y rechinar los dientes de forma completamente inconsciente, liberando el estrés acumulado, por lo que se relaciona de forma directa con los niveles de estrés elevado.
Las consecuencias del bruxismo más habituales son el desgaste y lesiones en los dientes, ya que se ven sometidos a una elevada presión mecánica. Pero además la presión ejercida puede afectar a las encías y a los músculos de la mandíbula, favoreciendo el desarrollo de inflamaciones de las encías y el agarrotamiento muscular, lo que propicia la aparición de insomnio, así como dolores de cabeza e incluso en los oídos.
La enfermedad de las encías, cuya prevalencia aumenta con la edad, es otro de los factores determinantes en el descanso. La infección e inflamación de las encías provoca en muchos casos sensación intensa de dolor, lo que dificulta conciliar el sueño o mantenerlo durante periodos prolongados.
A su vez, la falta de descanso que originan estas molestias puede producir un descenso de la respuesta inmunitaria, lo que dificulta la capacidad del organismo para combatir los patógenos causantes y puede favorecer su cronificación.
E incluso se ha establecido la relación entre la gingivitis o periodontitis y la enfermedad de Alzheimer, ya que los elevados niveles de anticuerpos frente a las bacterias periodontales propician un aumento de los niveles de moléculas inflamatorias en otras partes del organismo, lo que guarda relación con mayores tasas de deterioro cognitivo.
También cabe mencionar entre los trastornos que afectan al descanso las apneas del sueño, obstrucciones de las vías respiratorias que dificultan o impiden la normal entrada de aire a los pulmones, en muchas ocasiones producidas por la mala posición de la mandíbula, y con una mayor prevalencia a medida que envejecemos. Esto conlleva la aparición de ronquidos y jadeos que pueden provocar que la persona afectada se despierte de forma recurrente y no pueda descansar suficientemente, aun sin ser consciente de ello.
Pero además de estos trastornos, que pueden aparecer a diversas edades, las personas mayores en ocasiones sufren alteraciones en su descanso por factores externos. Entre ellos, podemos destacar los desajustes y mal estado de las prótesis, muy habituales entre personas institucionalizadas en centros residenciales y en los casos de dependencia, y que originan habitualmente la aparición de lesiones en las encías que causan dolor, impidiendo un adecuado descanso de forma parecida a lo que mencionábamos en el caso de la periodontitis.
Como hemos visto, la calidad del descanso es fundamental para disfrutar de un buen estado de salud, y la salud bucodental puede afectar de un modo determinante a nuestro sueño. Por este motivo, ante la presencia de cualquier alteración a nivel bucodental que afecte al descanso, debemos recurrir a nuestro odontólogo para que pueda realizar una valoración del estado del paciente.
En muchas ocasiones, el correcto abordaje de estos trastornos pasa por medidas como la prescripción de férulas de descarga en casos como el bruxismo, diversos dispositivos no invasivos para tratar los casos de apneas del sueño, o la corrección de las maloclusiones de la mandíbula tanto mediante ortodoncia como a través de la ortopedia maxilar, e incluso mediante tratamiento quirúrgico.
También es importante un seguimiento de los casos de periodontitis. En estos casos, el raspado y alisado radicular (RAR) es la técnica utilizada para eliminar sarro, placa bacteriana y pigmentaciones, además de otros depósitos orgánicos que se encuentran en la superficie dental. Este raspado se realiza tanto a nivel supragingival, sobre el diente y por encima de las encías, como a nivel subgingival, sobre el diente y por dentro de las encías.
Y naturalmente, es fundamental desarrollar y mantener unos adecuados hábitos de higiene bucodental antes de acostarnos, ya que durante la noche se produce un descenso en la producción de saliva y nuestra boca se halla más expuesta a la actividad bacteriana.
Porque una óptima salud bucodental es una garantía de que podamos disfrutar de un sueño reparador y, con ello, de una buena salud general y calidad de vida.